Las razones por las que tenemos que restaurar los dientes en los sectores posteriores de la boca (molares i premolares) son diversas, como la caries dental, los desgastes, las abrasiones o los traumatismos entre otras. Estas restauraciones se llevan a cabo normalmente con resinas compuestas, también conocidas como composites. La durabilidad y estética, así como las propiedades mecánicas (prácticamente iguales a las de los tejidos dentales), hacen que este sea el material de elección. Otros materiales como las amalgamas dentales se dejaron de utilizar hace años debido a su potencial toxicidad.
En algunos casos, y debido al tamaño de la lesión, es necesario utilizar materiales más resistentes como una variante del composite reforzada con fibra de vidrio o las cerámicas. Gracias a ellas conseguimos una mejor resistencia al desgaste aumentando en estos casos su durabilidad. En estos casos el tratamiento se efectúa en dos sesiones, ya que la preparación de la incrustación la realizamos en el laboratorio, no en boca.
El tallado que debemos realizar en el diente para poder insertar una incrustación, es más conservador que el que necesitaríamos para preparar una corona. La corona cerámica tan solo está indicada en los casos de gran pérdida de tejido dentario o por motivos estéticos.
Las incrustaciones reciben diferentes nombres según el área que reconstruyen. El Inlay cubre el centro del diente sin afectar ninguna cúspide. El Onlay si abarca una o más cúspides y por último el Overlay cuando abarca toda la superficie oclusal del diente.
Dr. Marc Rovira | Especialista en estética y endodoncia